martes, 27 de marzo de 2012

¿Imposturas intelectuales?

Marcelo Sarzuri-Lima*


En 1996 Alan Sokal (físico estadounidense) realizó un “experimento” muy interesante, publicaba el artículo Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica en la “prestigiosa” revista Social Text (revista de estudios culturales) de la también “prestigiosa” Duke University. El artículo era una defensa del postmodernismo cultural y filosófico argumentando la existencia de un relativismo cognitivo; su propósito, construir una ciencia posmoderna liberada de la “tiranía” de la “verdad absoluta y de la realidad objetiva”; este artículo llegaba a afirmar que la “realidad física, al igual que la ‘realidad’ social, es en el fondo una construcción lingüística y social”, donde, por ejemplo “la n de
Euclides y la G de Newton, que antiguamente se creían constantes y universales, son ahora percibidas en su ineluctable historicidad”;  todas estas afirmaciones estaban corroboradas por una infinidad de citas textuales de autores considerados posmodernos, deconstructivistas o de los denominados estudios culturales.


¿Era posible que un científico de la hard sciencie (físico) defendiera el relativismo cognitivo y argumente en contra de la objetividad del método científico? Un mes después Sokal publicaba otro artículo –Transgredir las fronteras: un epilogo– exponiendo la intencionalidades del primero y demostrando que todos los argumentos presentados eran una parodia “plagado de citas absurdas, pero desgraciadamente auténticas, sobre física y matemáticas, tomadas de célebres intelectuales franceses y estadounidenses”. El “affaire Sokal” había dejado mal parada a las corrientes encasilladas como posmodernas mostrando que se puede realizar afirmaciones absurdas en revistas de prestigio académico ligadas a las ciencias sociales y al postestructuralismo; pero eso no es todo, poco después Alan Sokal y Jean Bricmont publicaban el libro Imposturas intelectuales concluyendo algo que se habían propuesto realizar, una crítica demoledora al uso inconsistente, descontextualizado y sinsentido (nonsense) de conceptos de la ciencia físico-natural por filósofos –en su mayoría franceses– “posmodernistas, constructivistas sociales y relativistas cognitivos”, entre los que se encontraban Lacan, Kristeva, Latour, Baudrillard, Deleuze, Guattari, Virilio, Kuhn, Feyerabend, Lyotard, entre otros. “La verdad, ¡ay¡, ha salido a la luz!” Afirmaba Sokal.


De la genialidad al ridículo hay un paso –afirma Roberto Follari- y mostrar este paso es el mérito de Sokal. Debo ser honesto con usted lector, cuando leí el mencionado libro quede completamente convencido de las “imposturas” de algunos de los autores mencionados, es más, mi prejuicio respecto a Julia Kristeva (Literata y feminista) continua (pero más por ignorancia de su trabajo), pero con respecto a otros autores tenía algún conocimiento de sus obras y los análisis de Sokal pecaban de algo que él mismo criticaba: la descontextualización, mostrando su unilateralidad y cayendo en lo mismo que criticaba. Para aquellos que celebran –o puedan hacerlo- que por fin alguien se atrevió a mostrar las apariencias intelectuales o el “raciocinio chapucero” de algunas “estrellas” contemporáneas de la filosofía sin realizar algunos matices y sin abordar a los autores criticados es muy probable que se genere o renueve prejuicios respecto a las ciencias sociales, el posmodernismo, el relativismo epistemológico o toda la filosofía del siglo XX.

Pero debo seguir siendo honesto, el esfuerzo de Sokal se reconoce y demuestra muchas cosas (principalmente el uso de abstrusas apelaciones discursivas que llevan a un nonsense en la filosofía contemporánea), pero “él excede por completo los alcances de su obra” (Follari), una cosa es refutar a algunos autores desde la posición que uno crea conveniente –en este caso desde las físico-matemáticas– y demostrar que algunos filósofos “postmodernos” no conocen profundamente las matemáticas –aunque usen sus conceptos, ya sea como interpolación, analogía o equivalencia– y desde ahí descalificar toda una obra en una posición prácticamente dogmática y otra diferente es refutar y criticar desde la disciplina del autor al que se critica. Nadie dudaría que Jacques Lacan sabe de psicoanálisis o nadie podría afirmar que Slavoj Žižek o Ernesto Laclau son impostores por usar teóricamente las obras de Lacan. Cualquiera puede realizar críticas desde la posición en la que uno pueda estar cómodamente asentando y desde ahí empezar a construir certezas sin salir del estrecho espacio donde uno se encuentra y eso pasa frecuentemente en nuestro medio, recuerdo que –en una columna de opinión– alguien descalificaba a los Estudios de subalternidad por el simple hecho que no le quedaba claro el termino subalterno y descolonización, creo que es necesario instalar prácticas críticas pero, como lo platean dos amigos: Jorge Viaña y Luis Claros, la visión y práctica crítica, más que plantearse quienes son los propietarios y productores de “verdades”,  lo que intenta es instalar la posibilidad de la producción y circulación colectiva de los conocimientos y las “verdades”.  

Referencias
Sokal, A. y Bricmont J. (1999). Imposturas intelectuales. Barcelona: Paídos.
Follari, R. (1999).”Alan Sokal. La insuficiencia de pruebas”. En: Cinta de Moebio, N° 8. Chile: Universidad de Chile.
López, S y Benach, J. (1999). “A propósito de Imposturas Intelectuales: Una entrevista a Alan Sokal”. En: El viejo topo. N° 132.
Claros, L. y Viaña, J. (2010). “Aprendizaje y relaciones de subordinación. Consecuencias de la concepción representacionista de la verdad”. En: Revista Integra Educativa 5. La Paz: III-CAB.

*Sociólogo e investigador del III-CAB.

Descarga el texto de Sokal y Bricmont


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